Por Carlos Rosario
Fábulas de la cultura popular, rezan que la cuestión clave de un principio no es comerse un tiburón o tener la capacidad de hacerlo, sino más bien de digerirlo tranquilamente, sin que le provoque una indigestión de marca mayor.

Todos saben que Miguel Vargas Maldonado se gano el respaldo de mas del 95% de los perredeístas, sin lugar a dudas, se convirtió en el único líder de esa organización partidaria, lo que se permitió creerse el dueño de este.

Una de sus primeras acciones fue la modificación del articulo 185 de los estatutos del PRD que establecían de forma taxativa: “El (la) Presidente del Partido, el (la) secretario (a) General, el (la) secretario de Organización y el (la) de asuntos Electorales,  no podrán aspirar a la candidatura para la Presidencia y la Vicepresidencia de la República y demás cargos electivos, antes del término del mandato para el cual fue elegido, aunque renuncie”.

Fue capaz de pactar con Leonel Fernández sin haber escalado a la presidencia de la organización auto-considerándose el heredero de Peña Gómez y de su liderazgo, mientras continuaba con sus aplastantes acciones, como todo un Faraon. Pero esa capacidad de amarre podría tener límites, toda vez que en la medida que reduce la democracia interna inmoviliza la organización, con todas sus secuelas. Ese pacto fue el que le dio la oportunidad a Hipólito de rehabilitarse como candidato.

Me convertiría en mezquino sino testifico que Miguel Vargas fue de los que levanto el Partido Revolucionario Dominicano de su letargo a la salida del gobierno en el 2004, gracias a su esfuerzo y su inversión acompañado de un seleccionado equipo pudo hacerlo, o acaso el Pedro Santana que lucho por la Independencia no fue el mismo que nos entrego al Imperio Español?

Vargas en su embriaguez de poder cerceno las candidaturas a la presidencia de la organización no solo de Emmanuel Esquea Guerrero sino de un prominente joven de aquilatada formación como lo es Juan Carlos Guerra, además arrebato los triunfos de Guido Gómez Mazara y Tony Peña Guaba, en la que un soñador de los preferidos de Peña Gómez, leyó un boletín improvisado sin haber llegado los primeros resultados.

Las reservas de la gran mayoría de las candidaturas a Síndicos, Diputados y Senadores fueron de los errores que le crearon nuevas fricciones en su liderazgo, pues ya empezaron a verlo como un tirano.

La exclusión de históricos perredeístas del entorno del candidato quienes fueron sustituidos por nuevos inmigrantes de otras organizaciones políticas con doctrinas muy distintas a las del PRD, pues el conservadurismo de su ideología no hace empatia con liberales social demócratas.

Confundir una organización con una empresa constructora es un error garrafal para todo político, su conducta capitalista lo hace incurrir en sendos errores. Estos entre otros desaciertos de Vargas Maldonado, nos trae a colación esa vieja guaracha cubana que relataba la historia de Chacumbele que en uno de sus pegajosos estribillos popular decía “El mismito se mato” aludiendo a la persona que con sus malos actos construyo su propio fracaso.