Precios del GLP obligan a usar leña y carbón
Por: CXD
Santiago. Los sucesivos aumentos del gas han hecho que el anafe y el fogón vuelvan a tener utilidad en los hogares que habían superado algunos niveles de pobreza y que dieron paso a la prosperidad con la compra de una estufa y un tanque de gas.
La situación económica del país y el gas licuado de petróleo, que esta semana se cotiza a 100.94 pesos el galón, han obligado a que muchas amas de casa vuelvan a retomar hábitos que habían superado y esto no es exclusivo de hogares pobres, sino también de una clase media baja que ha visto descender su poder adquisitivo.
En Santiago, sólo el 76.1 por ciento de la población utilizaba gas en 2002, según el Informe de Focalización de la Pobreza en República Dominicana. El 23.9 por ciento restante, usaba carbón y leña.
Olga Ferreira, que reside en las Tres Cruces de Jacagua, solía usar gas, pero se vio en la necesidad de retomar una tarea que era cosa del pasado: hizo una rancheta y fabricó un fogón de bloques de cemento, en el que puede colocar tres calderos a la vez, para preparar los alimentos de sus cuatro hijos y su esposo.
Para ella, el gas licuado de petróleo es un artículo de lujo, por eso sólo enciende la estufa para comidas que no requieran de mucha cocción.
“Es la única forma en que puedo arreglármelas para rendir el precario presupuesto familiar”, dice Ferreira.
Quienes no tienen espacio para hacer un fogón, recurren al anafe, otro artículo que fue muy útil en los hogares y que, por falta de uso, se creía que formaba parte de las piezas de los museos. Sin embargo, ha vuelto a cobrar su espacio para aliviar la carga que significa comprar el gas para cocinar.
En la casa de Rosa Martínez van más lejos en sus planes de ahorro, y los fines de semana se juntan los que viven en el patio para hacer en el fogón una comida en común, como un sancocho, un asopao o un locrio. También ablandan las habichuelas para las tres casas.
“Esto nos representa un ahorro, antes no era necesario y solo se hacía si se acababa el gas y no había para comprarlo en el momento, pero ahora esta es una tarea que practicamos con frecuencia y que también lo hacen otras vecinas”, dijo Martínez, quien reside en Guazumal, comunidad del municipio de Tamboril.
En tanto que Delma Pichardo explicó que le echa ochocientos pesos de gas al tanque y no le dura casi nada. “El gas está demasiado caro y cada día que pasa está más para arriba, entonces nosotros, la gente pobre, no podemos comprarlo, y por eso estamos acudiendo al fogón, porque esto está demasiado fuerte”.
En Santiago, sólo el 76.1 por ciento de la población utilizaba gas en 2002, según el Informe de Focalización de la Pobreza en República Dominicana. El 23.9 por ciento restante, usaba carbón y leña.
Olga Ferreira, que reside en las Tres Cruces de Jacagua, solía usar gas, pero se vio en la necesidad de retomar una tarea que era cosa del pasado: hizo una rancheta y fabricó un fogón de bloques de cemento, en el que puede colocar tres calderos a la vez, para preparar los alimentos de sus cuatro hijos y su esposo.
Para ella, el gas licuado de petróleo es un artículo de lujo, por eso sólo enciende la estufa para comidas que no requieran de mucha cocción.
“Es la única forma en que puedo arreglármelas para rendir el precario presupuesto familiar”, dice Ferreira.
Quienes no tienen espacio para hacer un fogón, recurren al anafe, otro artículo que fue muy útil en los hogares y que, por falta de uso, se creía que formaba parte de las piezas de los museos. Sin embargo, ha vuelto a cobrar su espacio para aliviar la carga que significa comprar el gas para cocinar.
En la casa de Rosa Martínez van más lejos en sus planes de ahorro, y los fines de semana se juntan los que viven en el patio para hacer en el fogón una comida en común, como un sancocho, un asopao o un locrio. También ablandan las habichuelas para las tres casas.
“Esto nos representa un ahorro, antes no era necesario y solo se hacía si se acababa el gas y no había para comprarlo en el momento, pero ahora esta es una tarea que practicamos con frecuencia y que también lo hacen otras vecinas”, dijo Martínez, quien reside en Guazumal, comunidad del municipio de Tamboril.
En tanto que Delma Pichardo explicó que le echa ochocientos pesos de gas al tanque y no le dura casi nada. “El gas está demasiado caro y cada día que pasa está más para arriba, entonces nosotros, la gente pobre, no podemos comprarlo, y por eso estamos acudiendo al fogón, porque esto está demasiado fuerte”.
La necesidad origina creatividad
Sólo un número reducido de amas de casa tiene acceso al Bonogas que facilita el Gobierno, a través del Programa Solidaridad. El aumento constante del precio del barril de petróleo ha tenido su efecto no sólo en sus derivados, sino también en el precio de los alimentos.
Cuando el gas licuado de petróleo aumenta, las amas de casa de escasos recursos tienen que decidir cuál es la prioridad, comida o gas. Aquí la necesidad es la madre de la creatividad. En este caso se trata de subsistir al retomar prácticas que se creían descontinuadas, al menos en la mayoría de los hogares de Santiago.
Las alzas, que afectan en mayor medida el presupuesto de las familias de menos ingresos, tienen su efecto en el medioambiente, porque por economizar en muchos hogares recurren a la leña o al carbón cuando el gas para cocinar se les acaba y no tienen dinero para comprarlo.
Cuando el gas licuado de petróleo aumenta, las amas de casa de escasos recursos tienen que decidir cuál es la prioridad, comida o gas. Aquí la necesidad es la madre de la creatividad. En este caso se trata de subsistir al retomar prácticas que se creían descontinuadas, al menos en la mayoría de los hogares de Santiago.
Las alzas, que afectan en mayor medida el presupuesto de las familias de menos ingresos, tienen su efecto en el medioambiente, porque por economizar en muchos hogares recurren a la leña o al carbón cuando el gas para cocinar se les acaba y no tienen dinero para comprarlo.
Leña y carbón
Olga Ferreira
Ama de casa
“Cocinar en fogón es una tarea incómoda, pero es la única alternativa que nos dejan, ya que llenar un tanque de 50 libras nos cuesta casi mil 300 pesos, y eso no lo aguanta un presupuesto precario y donde sólo el marido tiene un empleíto”.
Ama de casa
“Cocinar en fogón es una tarea incómoda, pero es la única alternativa que nos dejan, ya que llenar un tanque de 50 libras nos cuesta casi mil 300 pesos, y eso no lo aguanta un presupuesto precario y donde sólo el marido tiene un empleíto”.
Bernardina Acevedo
Ama de casa
“Yo utilizo el fogón o el anafe para ablandar habichuelas y víveres, y así economizar el gas de la estufa, ya que está muy caro y no siempre uno tiene los mil pesos para echárselos de gas. Tenemos que buscar alternativas para rendir el dinero”.
Ama de casa
“Yo utilizo el fogón o el anafe para ablandar habichuelas y víveres, y así economizar el gas de la estufa, ya que está muy caro y no siempre uno tiene los mil pesos para echárselos de gas. Tenemos que buscar alternativas para rendir el dinero”.
Raquel Rivera
Coordinadora de Mujeres del Cibao
“Las mujeres jefas de hogar o amas de casa son las que administran la crisis de los hogares, y el precario presupuesto que manejan no les alcanza ni siquiera para comer y los aumentos sucesivos del gas contribuyen al deterioro de la calidad de vida”.
Coordinadora de Mujeres del Cibao
“Las mujeres jefas de hogar o amas de casa son las que administran la crisis de los hogares, y el precario presupuesto que manejan no les alcanza ni siquiera para comer y los aumentos sucesivos del gas contribuyen al deterioro de la calidad de vida”.
Archivado en:: Nacionales
0 comments