La vida de un arregla-sombrillas
Esas sombrillas viejas, “dequicajá” “defondá” o “devarillá” no son problemas para el varillero Marcos Antonio, (Marquito).
Articulo y fotos por Timoteo Estevez
Su pasión por las sombrillas y su idea de montar este tipo de negocios fueron creciendo por costumbre de mujeres que llevan su sombrilla a cualquier hora del día, para cubrirse del sol o por esas lluvias que llegan de un repente; hace más de veinte años cuando tenía quince no encontraba ningún empleo bueno y caminando por las calles de Hato Mayor, Fantino, en la provincia Sánchez Ramírez, se dio cuenta que la gran mayoría de mujeres llevaban una sombrilla para cubrirse del sol, cuando en un momento un brisero le dañó la sombrilla a una doña que caminaba, se la volteó y le partió parte de las varillas,
Marquito se las arreglaba de inmediato, por lo cual se ganó a todas las mujeres del pueblo por ser el único varillero simpático, que cobra barato y resuelve de inmediato.
Marquito dice que hay mujeres “ñoñas” con sus sombrillas, porque no todas las sombrillas son iguales y algunas se ganan el cariño de sus dueñas, que cuando llega una de sus clientas trata de dejarle la sombrilla idéntica y como nueva. Que en estos tiempos es difícil encontrar un varillero como él porque este negocito apena le da pá comer.
¿Marquito, Y no van hombres a reparar una sombrillita? “Nunca me ha traído un hombre una sombrilla, es que el dominicano siempre ha creído que el hombre que usa sombrilla pá taparse del sol es como pájaro, y eso ta raro, tó es cuestión de creer y llevarse de la gente”
¿Marquito, Y no van hombres a reparar una sombrillita? “Nunca me ha traído un hombre una sombrilla, es que el dominicano siempre ha creído que el hombre que usa sombrilla pá taparse del sol es como pájaro, y eso ta raro, tó es cuestión de creer y llevarse de la gente”
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